Mucha gente compra etiquetas. Tanto si se trata de alta costura como de coches caros, una etiqueta cuesta más; significa algo para el consumidor. La alimentación no es diferente. Las personas que se preocupan por la calidad de los alimentos que se meten en el cuerpo leen las etiquetas. Si en una etiqueta pone "jarabe de maíz rico en fructosa" o "grasas trans", un consumidor informado evitará ese producto. Que un alimento tenga o no la etiqueta de ecológico también es una información importante para los amantes de la comida de hoy en día. Si un producto lleva el sello "USDA Organic", el consumidor sabe que el alimento se ha cultivado o preparado utilizando prácticas e ingredientes ecológicos; sin embargo, el productor ha pagado una tasa al gobierno para obtener esa certificación. 

Muchos pequeños agricultores no pueden permitirse el elevado coste de la etiqueta ecológica del gobierno. Según la Asociación de Comercio Ecológico, a la que se hace referencia en este artículo de Change.org, el 92% de los alimentos ecológicos que se venden en este país proceden de mercados masivos, como Wal-Mart, Costco o cadenas de supermercados. En comparación, sólo el 8% procede de mercados agrícolas, cooperativas o CSA (Agricultura Apoyada por la Comunidad). 

Muy a menudo los pequeños agricultores tienen prácticas de cultivo ecológicas; simplemente no pagan por la costosa etiqueta. ¿Cómo puedes obtener esta importante información? Es fácil; simplemente inicia una conversación con la persona a la que compras tus alimentos. Cuando vayas al mercado agrícola y veas que no tienen etiqueta ecológica, pregúntales por qué. Pregúntales sobre sus prácticas de cultivo. ¿Utilizan pesticidas, herbicidas u otros productos químicos? No lo sabrás hasta que preguntes. 

¿Sólo compras productos con la etiqueta "USDA Organic"? ¿Ofrecen los agricultores locales de tu zona la oportunidad de hablar sobre sus prácticas de cultivo? ¿Cómo son tus conversaciones?