El sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado (a menudo denominado SIBO) es un desequilibrio de las bacterias del intestino delgado, sobre todo de tipos de bacterias que normalmente no se encuentran en esa parte del tubo digestivo. También se conoce como síndrome del asa ciega, que es un término general para cuando los alimentos no siguen la ruta normal de digestión y eluden una sección del intestino.
El SIBO puede provocar síntomas molestos como gases, hinchazón y diarrea. También puede inhibir la capacidad de digerir y absorber los nutrientes de los alimentos. Si crees que puedes padecer SIBO, consulta inmediatamente a tu médico de atención primaria.
Los síntomas de la SIBO varían de una persona a otra y dependen de la gravedad del sobrecrecimiento bacteriano, así como de cualquier afección coexistente. Los síntomas más frecuentes de la SIBO son
El tipo de bacterias que crecen también puede influir en los síntomas que experimentas. Las investigaciones sugieren que las bacterias productoras de metano se asocian al estreñimiento, mientras que las productoras de hidrógeno se asocian a la diarrea.
Los médicos aún no han podido determinar una causa singular del SIBO, pero han descubierto que algunos factores de riesgo desempeñan papeles importantes en la aparición de la enfermedad.
Las personas mayores tienen mayor riesgo de desarrollar SIBO, ya que pueden producir menos ácido gástrico que descompone los alimentos. Los niveles más bajos de ácido gástrico permiten el crecimiento excesivo de bacterias en el intestino delgado.
La estructura de nuestro aparato digestivo puede sufrir cambios a lo largo de nuestra vida. Estos cambios suelen ser consecuencia de daños o enfermedades y pueden incluir la cirugía de bypass gástrico, la diverticulosis, las fístulas y la cirugía para extirpar una parte o todo el colon y/o el intestino delgado (denominada colectomía). Estos cambios estructurales pueden crear un entorno alterado en el que pueden prosperar las bacterias. Un estudio de 2018 descubrió que las personas con colectomías tienen mayor riesgo de desarrollar SIBO.
Cuando no se produce suficiente ácido estomacal para descomponer los alimentos, las bacterias pueden migrar más arriba de lo habitual en el tubo digestivo, ya que el entorno no es lo bastante ácido para matarlas.
Algunas enfermedades pueden ralentizar la rapidez con que los alimentos y los productos de desecho se desplazan por el intestino delgado. Estas afecciones pueden incluir enfermedades relacionadas tanto directa como indirectamente con el aparato digestivo, entre ellas:
El aparato digestivo necesita mantener el equilibrio de un pH específico para funcionar correctamente, y las distintas secciones de tu tubo digestivo funcionan con niveles de pH diferentes. El equilibrio del pH del intestino delgado permite una absorción óptima de nutrientes. Las infecciones como la Helicobacter pylori pueden dañar el intestino delgado y alterar el equilibrio del pH. Curiosamente, algunos estudios han demostrado una correlación entre el SIBO y las infecciones por H. pylori.
El diagnóstico del SIBO suele hacerse mediante una (o varias) pruebas realizadas por un médico. Además de las pruebas específicas para el SIBO, tu médico puede recomendarte análisis de sangre para detectar deficiencias vitamínicas o una prueba de heces Examen para comprobar lo bien que absorbes las grasas; también puede hacerte pruebas de imagen para detectar cualquier anomalía estructural en el tubo digestivo.
Una forma de evaluar el SIBO es el aliento Examen, que mide los niveles de hidrógeno y metano en tu aliento. Si estos niveles son elevados, sugiere un gran número de bacterias productoras de gas en tu intestino que podría atribuirse al SIBO.
Hay varios tratamientos disponibles para tratar la SIBO, aunque el curso específico del tratamiento será diferente para cada persona:
Los antibióticos son el tratamiento más habitual del SIBO, pero un tratamiento breve con antibióticos puede reducir significativamente el número total de bacterias del intestino delgado, lo que significa que se eliminan tanto las bacterias buenas como las malas. La eliminación de las bacterias buenas de tu intestino puede causar algunos de los mismos síntomas que puedes estar experimentando con el SIBO, como malestar digestivo, gases e hinchazón. Además, las bacterias pueden reaparecer cuando dejas de tomar el antibiótico, por lo que no es una solución a largo plazo.
Los probióticos, aunque populares y ampliamente utilizados para regular la flora intestinal, son una opción de tratamiento controvertida para el SIBO. Mientras que algunos estudios han demostrado que los probióticos son eficaces para tratar la enfermedad, otros han demostrado que los probióticos pueden causar SIBO.
Si te interesa aumentar tu ingesta de probióticos, habla con tu médico. Puedes obtener probióticos en forma de suplementos o incluyendo en tu dieta alimentos ricos en probióticos, como el kéfir, el kimchi y el chucrut.
No hay ninguna dieta prescrita para tratar o curar el SIBO, pero una opción popular es la dieta baja en FODMAP. FODMAP son las siglas en inglés de fructosa, oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles (alcoholes del azúcar). Son hidratos de carbono de cadena corta (azúcares) más difíciles de digerir para algunas personas, y pueden fermentar en el intestino, provocando síntomas digestivos desagradables.
Algunos alimentos ricos en FODMAP son
Qué, cuánto e incluso cuándo come una persona es importante cuando se sigue una dieta baja en FODMAP. Trabajar con un dietista para poner en práctica los cambios dietéticos puede hacer que la transición sea menos desalentadora. Los asesores sanitarios también pueden ayudarte a establecer objetivos nutricionales a largo plazo, sobre todo si tienen experiencia y credenciales en nutrición. Pueden enseñarte a escuchar a tu cuerpo y a conocer cuáles son tus necesidades únicas y cómo satisfacerlas.
Aunque no siempre es posible prevenir el SIBO, puedes trabajar para cuidar de tu salud intestinal. Seguir una dieta sana y equilibrada puede ayudar a aumentar la diversidad de la flora intestinal y mejorar la salud y el bienestar generales. Evitar los cigarrillos y otros productos con nicotina también puede ayudar a prevenir el SIBO, ya que la nicotina puede modificar tu flora intestinal. Si experimentas síntomas de SIBO o crees que puedes haber alterado el equilibrio bacteriano de tu aparato digestivo, habla con tu médico de atención primaria.