El horario de verano nos afecta dos veces al año: En primavera, adelantamos los relojes una hora, lo que nos deja una hora menos de sueño pero más sol por las tardes. Cuando el horario de verano termina en otoño, dormimos una hora más, pero la oscuridad llega mucho antes.
Estos cambios de hora pueden alterar nuestros relojes internos, o ritmos circadianos. Estos guardianes naturales del tiempo lo regulan todo, desde la energía y los patrones de sueño hasta el estado de ánimo y el apetito.
Nuestro ciclo de sueño/vigilia es uno de los ritmos circadianos más importantes, que están sincronizados por el núcleo supraquiasmático (SCN), situado en la parte de tu cerebro llamada hipotálamo. El SCN es sensible a la luz, lo que lo convierte en la influencia más dominante en la regulación del sueño, la digestión, el metabolismo, la secreción hormonal y la inmunidad (por nombrar sólo algunos).
Una vez que estamos despiertos y expuestos a la luz, nuestro reloj interno nos dice que nos mantengamos alerta y en funcionamiento. A lo largo del día, nuestro cuerpo produce melatonina, una hormona que favorece el sueño, y cuando el sol se pone por la noche, el cuerpo empieza a prepararse para dormir. El trabajo por turnos, la privación de sueño, la luz azul de los aparatos electrónicos y el ajuste del horario de verano pueden alterar el ciclo sueño/vigilia, y la disfunción circadiana a largo plazo puede provocar enfermedades mentales, trastornos metabólicos, trastornos del sueño, trastornos del sistema inmunitario, cáncer e incluso la muerte.
Mantener unos ritmos circadianos sanos es esencial para la salud, pero nuestras apretadas agendas y el uso prolongado de teléfonos y ordenadores ponen a prueba nuestros cuerpos. La gran noticia es que podemos entrenar a nuestro cuerpo para que vuelva a estar sincronizado; el ayuno intermitente forma parte de ese protocolo.
El ayuno intermitente (AI) sigue siendo una tendencia y una elección populares por diversas razones, desde la necesidad de ayuda para perder peso hasta la prevención de enfermedades crónicas. Cuando una persona practica el ayuno intermitente, sólo come durante un periodo de tiempo determinado. Las horas en las que se pueden consumir comidas dependerán de la persona, y muchos optan por uno de los siguientes ciclos:
Antes de empezar la IF, debes hablar con tu médico, sobre todo si eres diabético o hipoglucémico, tienes problemas de azúcar en sangre, estás embarazada o en periodo de lactancia, o te estás recuperando de un trastorno alimentario.
El ayuno comienza cuando terminas la última comida y/o bebida calórica del día. Durante las horas de ayuno, puedes consumir bebidas sin calorías, como agua, té o café (sin azúcares añadidos ni leche), ya que estas bebidas no provocarán picos de azúcar en sangre.
El ayuno estimula la capacidad del organismo para pasar de utilizar azúcar e hidratos de carbono a utilizar grasa como combustible, lo que favorece la movilización de grasa y, en última instancia, la pérdida de grasa. Las investigaciones han demostrado que el ayuno no sólo mejora los niveles de azúcar en sangre, ya que el organismo consigue equilibrar mejor el azúcar en sangre durante los periodos de ayuno, sino que también disminuye el riesgo de desarrollar diabetes y obesidad.
Aunque hay pruebas que apoyan el ayuno intermitente para perder peso y mejorar la salud en general, el jurado aún no ha decidido cuál es la mejor secuencia temporal para conseguirlo. Algunos partidarios dicen que todo lo que sea 12 horas o más parece ser lo mejor, pero esto no se ajusta a los horarios de todo el mundo. Debido a nuestra bioindividualidades importante encontrar el horario de ayuno que mejor se adapte a tu cuerpo.
A medida que los días se acortan con el regreso de las horas estándar de luz diurna, se presenta la oportunidad de poner en práctica el ayuno del ritmo circadiano, un plan de alimentación restringido en el tiempo que implica ayunar desde el atardecer hasta el amanecer, comiendo sólo durante las horas de luz diurna. Con esta variación de la FI, el ciclo de alimentación abarca de ocho a doce horas, haciendo hincapié en empezar el día con un desayuno abundante. Esto difiere del ayuno intermitente normal, que te permite elegir cualquier momento del día para comer tu comida más copiosa.
La investigación ha demostrado que el horario de las comidas influye en el metabolismo y la regulación del peso. La Universidad de Alabama llevó a cabo un estudio que demostró que los participantes que comían a primera hora del día reducían con éxito sus niveles de insulina y su presión arterial, y tenían menos apetito en general, en comparación con los participantes que comían más tarde. Además, comer demasiado cerca de la hora de acostarse puede interrumpir el sueño debido a la indigestión, así como favorecer el aumento de peso, porque el metabolismo se ralentiza drásticamente durante el sueño.
Una de las ventajas del ayuno a ritmo circadiano es que elimina las conjeturas sobre cuándo comer, ya que puedes establecer los parámetros en función de tu reloj interno. Esto te ayudará a escuchar a tu cuerpo y a encontrar lo que mejor funciona para ti. Independientemente del programa de FI que sigas, es muy recomendable seguir una dieta equilibrada. Esto incluye abundantes verduras, proteínas magras, grasas saludables y fibra, así como una hidratación adecuada. Comer alimentos ricos en nutrientes puede reducir la necesidad de picar entre horas, lo que puede facilitar la IF.
Si necesitas ayuda con la rendición de cuentas, trabajar con un Health Coach te ofrece un espacio sin prejuicios para prosperar y florecer en todos los aspectos de tu vida, incluido encontrar la forma de comer que te haga sentir mejor.