Experimentar brotes o acné puede tener un impacto bastante grande en nuestras vidas. Puede afectar a tu confianza y a autoestima, limitar las actividades en las que participas o hacer que utilices productos que en realidad hacen más mal que bien.
He aquí la incómoda verdad sobre el acné: ¡no se curará con una crema milagrosa!
Para abordarlo realmente, tendrás que practicar un poco de amor autocuidado de fuera hacia dentro y de dentro hacia fuera.
También necesitarás una buena dosis de paciencia, porque la piel propensa al acné no se aclara de la noche a la mañana. Es el resultado del efecto acumulativo de reducir gradualmente la toxicidad y sustituirla por auténtica nutrición.
Así que aquí tienes algunas formas de hacerlo.
Del revés.
- Corta la basura, ya sabes lo que es.
Azúcar, alimentos procesados, comida para llevar, alcohol en exceso y cualquier otra cosa que sabes que tiene un efecto poco saludable en tu cuerpo, comprométete a dejarlo si quieres tener una piel clara.
- Come alimentos reales y vivos.
Los productos ecológicos frescos, especialmente las verduras y frutas de colores vibrantes, tienen las vitaminas y minerales que tu cuerpo necesita para reparar y rejuvenecer tu piel. También recomendamos probióticos y los alimentos fermentados por sus bacterias beneficiosas. Y recuerda, ¡comer alimentos sanos va unido a cocinar más!
- Grasas saludables.
Tu piel necesita grasas Omega-3 y vitamina E para repararse, así que consume fuentes saludables de grasa, como aceite de coco, aguacates, huevos, frutos secos y semillas.
- Reduce el estrés.
El estrés crea desequilibrios hormonales, que pueden contribuir a la aparición de granos. Evalúa si tu vida está estresada y toma medidas para reducirlo. En este sentido, ¡duerme más!
- Sé amable contigo mismo.
Lo que te dices a ti misma importa, así que háblate con cariño, sin juzgarte por tu piel ni por nada. Cultiva la armonía interior de pensamientos y emociones para que tu vitalidad brille desde dentro.
En el exterior.
- Evita los productos agresivos.
Que sea caro no significa que sea bueno para ti. comprobar las etiquetas de los productos que utilizas, y evita los que contienen largas listas de sustancias químicas o te dejan la piel irritada. Utiliza en su lugar productos con ingredientes de origen natural, como la manteca de karité.
- Evalúa tu entorno.
Los contaminantes del aire que respiras y a los que está expuesta tu piel podrían estar contribuyendo a tus brotes. Evalúa tu casa y la oficina para ver si hay algo tóxico, como productos de limpieza, alfombras o muebles que desprendan gases, polvo u otros contaminantes, y toma medidas para reducir tu exposición.
- Ponte comida en la cara.
El puré de aguacate, la miel cruda y el aceite de coco son sólo algunos de los alimentos saludables que puedes utilizar como tratamientos faciales naturales y asequibles. Contienen una variedad de nutrientes que ayudarán a curar, nutrir y limpiar tu piel. La miel cruda también es un exfoliante especialmente bueno.
- Utiliza aceites esenciales.
Por la noche, antes de acostarte, después de haberte limpiado suavemente, prueba los siguientes aceites esenciales con moderación para ver cuál te va mejor: aceite del árbol del té, lavanda, salvia romana, limoncillo, romero o manzanilla. Puedes utilizarlos como tratamientos puntuales, o diluirlos con un aceite portador como el aceite de albaricoque, jojoba o coco, y utilizarlos como tratamiento nocturno general.
- Rodéate de positividad.
Tu relaciones, carrera profesional y tu entorno social tienen un impacto en ti a un nivel más profundo que puede afectar a tus síntomas físicos o dificultar la curación. En el IIN, nos referimos a esto como Alimentación Primaria. comprobar contigo mismo respecto a cualquier infelicidad potencial relacionada con quién estás o qué haces habitualmente. Muévete en dirección a experiencias más edificantes.
Cuando se trata del tratamiento de cualquier síntoma prevenible, en Nutrición Integrativa adoptamos el enfoque holístico. Esto no sólo implica utilizar alimentos y remedios naturales, sino también un proceso de autoexploración. Todos somos únicos, y tu tratamiento definitivo puede diferir del de los demás. Es mediante el autocuestionamiento, la experimentación y tu propia intuición como acabarás encontrando tu equilibrio ideal.
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