Según las Naciones Unidas, aproximadamente un tercio de los alimentos producidos en el mundo para consumo humano -unos 1.300 millones de toneladas- se desperdicia cada año. Sólo en Estados Unidos se tira cada año el 30% de los alimentos cultivados y comprados. La comida desperdiciada también tiene un impacto medioambiental negativo; la comida desperdiciada significa desperdicio de agua, fertilizantes y otros recursos para el cultivo, así como gas metano adicional que se produce al pudrirse la comida en los vertederos.
El desperdicio de alimentos se produce por diversas razones, sobre algunas de las cuales, como consumidores, sólo tenemos control. El mal almacenamiento, las plagas y el deterioro durante el transporte son formas de desperdiciar alimentos antes de que lleguen a las estanterías de los supermercados.
Una vez que los alimentos llegan a las tiendas -y luego a tu casa- hay más oportunidades de que se desperdicien. Los productos "feos" pero aptos para el consumo suelen desecharse porque están magullados, son demasiado pequeños o tienen un color ligeramente diferente. La carne, la fruta y la verdura crudas se tiran porque su fecha de caducidad ya ha pasado mientras están en el frigorífico y en la encimera.
Pero no tiene por qué ser así. Podemos hacer un esfuerzo concertado para minimizar el despilfarro de alimentos adoptando pequeñas medidas y educando a los demás para que hagan lo mismo.
Hacer una lista de la compra antes de ir al supermercado es clave. Haz inventario de los ingredientes que ya tienes a mano, lo que te ayudará a evitar comprar artículos duplicados. Aunque tengas la tentación de comprar a granel, las investigaciones han demostrado que esta práctica puede provocar un mayor desperdicio de alimentos.
El almacenamiento inadecuado de los alimentos provoca una cantidad astronómica de desperdicio de alimentos, ya que puede hacer que éstos maduren y se pudran más rápidamente. Algunos alimentos producen gas etileno, que puede acelerar la maduración, por lo que es importante almacenarlos lejos de los que no lo producen. Los culpables son:
Refrigerar alimentos que deberían conservarse a temperatura ambiente también puede hacer que se estropeen más rápidamente. Los tomates, el ajo, las patatas y las cebollas deben conservarse a temperatura ambiente (entre 20-22°C / 68-72°F).
Enlatar, encurtir y fermentar son procesos de conservación que existen desde hace miles de años. Conservar los alimentos puede prolongar su vida útil, reducir tu huella de carbono, ahorrarte dinero y disminuir el desperdicio de alimentos. Asegúrate de aprender a enlatar, encurtir o fermentar correctamente ciertos alimentos, ya que las bacterias que se producen potencialmente durante estos procesos podrían ser perjudiciales.
Una de las formas más fáciles de evitar el desperdicio de alimentos es comerte toda la comida que cocinas. Aunque puedes simplemente guardar las sobras de comida y comerlas más adelante en la semana, también puedes reutilizar los componentes sobrantes en un plato totalmente nuevo. Recuerda que las sobras pueden conservarse en el frigorífico de tres a cuatro días; más tiempo, y corres el riesgo de intoxicarte.
Comprar en mercados agrícolas locales es una forma estupenda de invertir en tu comunidad, disfrutar de los productos en su máximo valor nutritivo, reducir tu huella de carbono y disminuir el desperdicio de alimentos. Muchas granjas pequeñas utilizan prácticas ecológicas certificadas, lo que reduce el número de pesticidas y productos químicos sintéticos que pueden contaminar el suelo y el agua.
Los residuos de comida contribuyen al volumen de los vertederos, emiten gases de efecto invernadero y son una oportunidad perdida para crear un suelo enriquecido naturalmente que pueda cultivar alimentos nuevos y sanos. Aunque a menudo se da por sentado que necesitas una gran extensión de tierra para compostar, los aparatos de compostaje de sobremesa y domésticos son cada vez más comunes. Además, muchas ciudades tienen programas de compostaje que permiten recoger el compost en tu domicilio, de forma similar a la basura y el reciclaje, o puedes llevar compost a tu mercado agrícola local.
Cocinar puede ser un pasatiempo relajante, productivo y agradable, pero puede producir una enorme cantidad de residuos. Las tapas, los tallos, las pieles y los huesos pueden transformarse en nuevos platos, para evitar el desperdicio de alimentos. Estas recetas utilizan los recortes a menudo desechados y los convierten en algo delicioso.
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De Todo el día sueño con comida
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Como individuos, podemos hacer pequeños cambios para reducir la cantidad de comida que desperdiciamos. Aunque tal vez nunca lleguemos a tener un desperdicio cero absoluto, hacer el esfuerzo es lo más importante. Cambiar la forma en que compramos, cocinamos y comemos ayudará a reducir el impacto medioambiental y a crear un planeta más sano.