La aceptación radical es la creencia de que el sufrimiento no proviene del dolor, sino de tu apego a ese dolor, que debe liberarse o "aceptarse". Es una creencia arraigada en el budismo, y el psicólogo Carl Rogers afirma que la aceptación es el primer paso hacia un cambio verdadero y significativo.
La aceptación radical implica la capacidad de aceptar situaciones que están fuera de tu control sin juzgarlas, lo que reduce el sufrimiento que experimentas en esas situaciones. No es aprobar la situación, sino aceptar que estás en ella, afrontarla y seguir adelante. Al elegir practicar la aceptación radical de las cosas que no podemos controlar, podemos evitar quedarnos estancados, infelices, amargados, enfadados y tristes; podemos evitar el sufrimiento.
En lugar de apegarte a experiencias pasadas dolorosas, el desapego es la clave para superar el sufrimiento. El desapego no significa evitar o ignorar tus sentimientos, sino que no permites que se enconen y los exploras de forma sana y segura.
La aceptación radical puede requerir toda una vida de trabajo para ejecutarla realmente. A menudo se aplica a situaciones en las que no puedes cambiar el resultado de las cosas (por mucho que lo desees), especialmente situaciones que te parecen injustas y fuera de tu control. Esto podría significar que te despidan de un trabajo o que pierdas a un ser querido. La pena y la decepción son emociones naturales, pero el sufrimiento se produce cuando te niegas a aceptar la situación en la que te encuentras.
Cualquiera puede practicar la aceptación radical. A menudo beneficia a quienes se sienten atrapados en emociones negativas relacionadas con experiencias pasadas que creen que podrían haber evitado. La aceptación radical puede ser difícil de seguir cuando estás en un estado de ánimo negativo, pero dejar que tus emociones saquen lo mejor de ti sólo prolongará el dolor que estás experimentando.
La aceptación radical puede sonar similar al perdón, pero son muy diferentes. El perdón implica realizar un acto de bondad hacia otra persona. La aceptación radical es un acto de bondad contigo mismo.
La aceptación radical no es un acto pasivo, sino una decisión consciente de ver las cosas de otra manera. En lugar de resistirte, ser intencionadamente radical en tus puntos de vista cambia lo que puedes aceptar. El objetivo de practicar la aceptación radical es que puedas ver con claridad todas las opciones que tienes en cualquier situación. Por ejemplo: Si sufres dolor crónico, puedes elegir creer que, aunque tu vida sea dolorosa, hay momentos buenos y la vida merece la pena. Vivir tu vida con esta mentalidad es la idea que subyace a la aceptación radical.
Irónicamente, a veces sólo cuando por fin aceptas lo que ha ocurrido puedes seguir adelante y hacer los cambios que te permitirán sentirte mejor con todo.
La aceptación radical empezó como parte de la terapia dialéctica conductual (TDC). La DBT fue desarrollada por la psicóloga Marsha Linehan, PhD, en 1993 para ayudar a las personas diagnosticadas de trastorno límite de la personalidad a afrontar sus intensas emociones. Durante las sesiones de DBT, los clientes aprenden a practicar la tolerancia a la angustia, que puede permitirles dejar de convertir las experiencias dolorosas o traumáticas en sufrimiento a largo plazo.
Si eres incapaz de resolver un problema que se te presenta, cambia tu perspectiva de la situación; si te sientes atascado, la aceptación radical puede ser la respuesta que buscas.
Cuando se te presenta un reto, ¿cómo reaccionas normalmente? ¿Te frustras y te centras en los aspectos negativos de la situación? ¿O enfocas el obstáculo desde todos los ángulos, para determinar la mejor manera de avanzar? Practicar la aceptación radical significa aceptar cualquier reto que se te presente y no regodearte en el hecho de que te enfrentas a un reto.
Trabajar con un profesional de salud mental puede proporcionarte una nueva perspectiva sobre los problemas a los que te enfrentas. Los terapeutas pueden darte una mejor comprensión de tus emociones, enseñarte habilidades de comunicación y autocalmación, y aumentar la confianza en tu capacidad.
Las afirmaciones de afrontamiento ayudan a poner fin a los pensamientos negativos de duda e ira, y a sustituirlos por otros racionales. Cuando se practica, esta forma de condicionamiento suave puede ayudar a evitar que los pensamientos de duda aparezcan en primer lugar. Estas afirmaciones pueden incluir
En tiempos de lucha, presta atención a cómo te hablas a ti mismo. Las afirmaciones del tipo "Debería" son una pista de que no estás aceptando la realidad. Suenan como "Esto no debería estar pasándome a mí", "No debería haber hecho eso" o "Debería poder arreglar esto".
Hay un juicio subyacente en estas afirmaciones, una creencia oculta de que las cosas deberían ser distintas de como son. Negarte a aceptar tu realidad puede dejarte sufriendo en emociones negativas en lugar de mirar hacia delante. Las épocas de dificultades suelen exigir una aceptación radical, pero también se puede utilizar esta práctica:
Hay ocasiones en las que la aceptación radical no es la más eficaz y, de hecho, puede hacer más mal que bien. A menudo, en estas situaciones, puedes ponerte en peligro si practicas la aceptación radical; por ejemplo, si sigues en una relación insegura o abusiva, o si te acosan en el trabajo. La aceptación radical tampoco es aconsejable en situaciones en las que tienes cierto grado de control o puedes hacer un cambio para mejorar tus circunstancias.
La capacidad de aceptar los retos -grandes y pequeños- es una parte importante para aprender a afrontarlos, desarrollar la resiliencia y llevar una vida feliz y sana. Cuando practiques la aceptación radical, seguirás sintiendo decepción, tristeza e incluso miedo, pero no añadirás el dolor de la no aceptación a estas emociones y situaciones.