En el mundo de la nutrición moderna, casi todo el mundo sigue una dieta u otra, y la gente se obsesiona con las grasas, las proteínas y las listas de alimentos "buenos" y "malos". Baja en grasas, baja en carbohidratos, paleo, vegana, Atkins.... cada día nos llega un nuevo descubrimiento que pregona los beneficios para la salud de una determinada forma de comer. Los libros de dietas son bestsellers y hay un bombardeo constante de programas de noticias y artículos sobre la forma más rápida de perder peso.
Pero no hace tanto tiempo que los humanos existían sin este bombardeo mediático, sin gurús de la dieta ni chefs famosos que les dijeran qué comer. En su lugar, confiaban en la intuición. La gente simplemente sabía qué comer y cómo prepararlo sin entrar en una interpretación tan cerebral de las necesidades humanas básicas.
Por eso adopto lo que me gusta llamar un "enfoque posmoderno de la nutrición". En realidad, estar sano no es tan complicado. El cuerpo sabe lo que tiene que comer, es el cerebro el que se equivoca. Quizá oíste hablar de una dieta que en teoría sonaba muy bien, pero tras una semana comiendo así, empezaste a sentirte débil o hinchado. No tienes que leer libros de nutrición para saber qué alimentos son buenos o malos para ti. En su lugar, puedes fomentar una relación profunda con tu cuerpo en la que éste te diga de forma natural lo que necesita para funcionar a su máximo potencial. Este enfoque posmoderno te ayudará a cultivar la capacidad de comer intuitivamente.
Afortunadamente, ya tienes acceso gratuito, las 24 horas del día, al laboratorio más sofisticado del mundo para comprobar cómo afectan los alimentos a tu cuerpo y a tu salud. ¡Estás viviendo en él! Tu cuerpo es un sofisticado bioordenador. Si aprendes a escuchar a tu cuerpo y descubres qué alimentos necesita y cuándo los necesita, descubrirás qué es lo mejor para ti.
Si dudas de esta conexión con tu cuerpo, empieza por reconocer que tu cuerpo es muy inteligente. Tu corazón nunca deja de latir y tus pulmones siempre están inspirando y espirando. Puedes confiar en tu cuerpo. Ha desarrollado instintos útiles para mantenerte vivo y sano.
Como forma de sintonizar con tu cuerpo y aprender a escuchar sus mensajes, te recomiendo que pruebes este experimento con el desayuno. Prueba un desayuno distinto cada día durante una semana. Anota lo que comes y cómo te sientes, tanto justo después de la comida como dos horas más tarde.
Día 1: huevos revueltos
Justo después de comer me sentí
Dos horas después de comer me sentí
Día 2: revuelto de tofu
Justo después de comer me sentí
Dos horas después de comer me sentí
Día 3: avena
Justo después de comer me sentí
Dos horas después de comer me sentí
Día 4: cereales de caja para el desayuno
Justo después de comer me sentí
Dos horas después de comer me sentí
Día 5: magdalena y café
Justo después de comer me sentí
Dos horas después de comer me sentí
Día 6: fruta fresca
Justo después de comer me sentí
Dos horas después de comer me sentí
Día 7: verduras frescas
Justo después de comer me sentí
Dos horas después de comer me sentí
Cuando le cojas el truco a este experimento, puedes ampliarlo para incluir toda tu ingesta diaria, explorando cómo te afectan los distintos alimentos y líquidos. Por ejemplo, durante una semana, proponte beber más agua durante el día, o comer más verduras de hoja verde o carne. Observa cómo se siente tu cuerpo y cómo afecta cada cambio de dieta a tu estado de ánimo.
¿Has probado alguna vez una dieta que no te ha funcionado? ¿Cómo lo supiste? Me encantaría conocer tu experiencia: ¡házmelo saber en la sección de comentarios más abajo!