El mes pasado, Come Bienuna columna semanal del New York Times sobre la ciencia y la cultura de la alimentación, puso de relieve una desconcertante contradicción en el marco del gasto de nuestro gobierno federal en los alimentos que comemos.
Entonces, ¿a dónde va el resto de la financiación?
La mayoría de las subvenciones públicas se destinan a cultivos básicos -maíz, soja, trigo, arroz, sorgo, leche y carne- que se procesan con mayor frecuencia en alimentos que sabemos que están relacionados con la obesidad.
Estos alimentos, que constituyen la mayor fuente de calorías de la dieta estadounidense, incluyen panes, bebidas azucaradas, pizza, pasta, helados y postres a base de cereales como galletas, donuts y barritas de cereales.
Aunque esto pueda parecer chocante, no es sorprendente. Entre 1995 y 2010, el gobierno federal gastó 170.000 millones de dólares para financiar la producción de estos alimentos.
Para examinar más a fondo la relación entre los alimentos subvencionados por el gobierno y la obesidad, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) observaron los patrones alimentarios diarios de más de 10.000 sujetos adultos, y llegaron a la conclusión de que los que consumían más alimentos subvencionados tenían un 37% más de riesgo de obesidad. Este grupo también corría un mayor riesgo de tener niveles anormales de colesterol y azúcar en sangre.
En Nutrición Integrativa, reconocemos que las recomendaciones nutricionales del gobierno no siempre están en consonancia con sus políticas agrícolas. La mayoría de las veces, las directrices bienintencionadas están dictadas por una agenda corporativa para impulsar las ventas y maximizar los beneficios. Como resultado, nuestra salud se resiente.
Ed Gregg, Jefe de la rama de Epidemiología y Estadística de la División de Traducción de la Diabetes de los CDC, explica que el precio de los alimentos subvencionados es también un factor que contribuye a la epidemia de obesidad. Cuando tienen que comprar productos sanos y caros frente a alimentos procesados y más baratos, a las familias les resulta difícil optar por lo más sano.
Aunque las subvenciones se implantaron inicialmente para apoyar a los agricultores en apuros y asegurar el suministro de alimentos de Estados Unidos, el programa de subvenciones ha apoyado involuntariamente la creación de una epidemia sanitaria.
Y a medida que el campo de la nutrición sigue creciendo y avanzando, también debería hacerlo la política de salud pública. La financiación de la fruta y la verdura no debe seguir estando por detrás de los miles de millones de dólares en subvenciones asignadas a los cultivos básicos.
¿La solución? Los Entrenadores Sanitariosen Nutrición Integrativa desempeñan un papel crucial en la aplicación del cambio sanitario global mediante la educación y el intercambio de conocimientos.
Como Health Coaches, comprendemos la correlación directa entre los alimentos subvencionados y la mala nutrición, por lo que nuestro trabajo se basa en ayudar a los demás a navegar por este desconcertante campo, apoyándoles en la realización de cambios positivos de comportamiento y de estilo de vida hacia una mejor salud.
¿Qué opinas de las discrepancias entre las directrices dietéticas y las políticas agrícolas en EE. UU.? ¡Compártelo en los comentarios de abajo!