Antes de lanzar mi negocio a tiempo completo, estaba muerta de miedo. No tenía miles de dólares ahorrados. No tenía muchos planes alternativos. Y, desde luego, no tuve un momento decisivo en el que "supe" que había llegado el momento.
Recuerdo haber entrevistado a montones de emprendedores, incluido mi padre, con la esperanza de que sus historias me inspiraran para morder la bala y hacerlo de una vez.
En esas conversaciones, reconocí tres valores importantes de un emprendedor que se compromete a convertir su pasión en un trabajo a tiempo completo. Estos tres consejos son los que, en última instancia, me ayudaron a enfrentarme a mis miedos y a lanzar mi negocio ideal.
1. Lánzate y aprende: Nunca te vas a sentir lo suficientemente preparado, cómodo o informado. Siempre vas a querer otro título, un sitio web mejor, una marca diferente o lo último en salud y bienestar. Pero si dedicas todo tu tiempo a intentar que estas cosas sean perfectas, puedes perder oportunidades. Los sitios web pueden perfeccionarse con el tiempo, tu cuenta de Twitter no tiene por qué funcionar a pleno rendimiento y realmente no necesitas una Vitamix para hacer demostraciones de comida. En serio, muchas de estas cuestiones no son más que excusas debidas al miedo imaginario que hemos construido en nuestra mente. Si te lanzas y sigues adelante, comprenderás mejor cómo operas y funcionas, ¡para que puedas hacer las adaptaciones que mejor te sirvan a ti y a tus clientes!
2. Practica el sacrificio: Pregúntate: "¿A qué estoy dispuesto a renunciar para sentirme verdaderamente libre?". Esto fue enorme para mí, porque sin duda disfrutaba de las cosas buenas de la vida. Sin embargo, estaba tan comprometida con mi negocio que estaba dispuesta a sacrificar lo que hiciera falta para que funcionara. Empecé poco a poco con cosas inmediatas como la televisión por cable, comer fuera y la ropa. También me puse un límite en cuanto a lo que estaba dispuesta a sacrificar. Para mí, se reducía a vender todo lo que tenía y volver a casa. Por suerte, nunca tuve que hacerlo, ¡pero estaba dispuesta y preparada para hacerlo si era necesario!
3. Haz la pregunta difícil: El momento cumbre para mí fue cuando me pregunté: "¿Qué es lo peor que podría pasar?". Para mí, lo peor que podía pasar era que fracasara y tuviera que volver a casa de mis padres hasta que pudiera encontrar temporalmente un trabajo. Cuando lo puse en términos tan claros y sencillos, me di cuenta de que incluso el peor escenario posible no parecía tan malo. Esto me ayudó a llegar a un punto en el que me di cuenta de que, aunque fracasara, estaría muy contenta de haberme enfrentado al miedo y de haber perseguido mis sueños.